Alejandro Villafañe enciende el equipo del Radio Club Córdoba y comienza a hacer zapping hasta que engancha una conversación entre radioaficionados de Salta y Buenos Aires. Las tonadas los delatan, aunque aparezcan mezcladas con el chirrido característico de la radio.
Pide permiso para ingresar en la comunicación y previamente se identifica con su número de licencia. La charla por turnos discurre sobre el clima, cultura equipamiento y recepción del diálogo.
Mientras Facebook, Twitter, el chat y la telefonía celular reinan las comunicaciones a distancia, la radioafición, una red social del siglo 20, sobrevive revitalizada por el uso de las computadoras y por la pasión que sus seguidores le ponen a este hobby-ciencia-servicio. En Córdoba hay alrededor de cuatro mil amantes de esta disciplina y unos 20 mil en todo el país.
La década de 1990 fue el boom de la radioafición. Se dio justo en la transición de la telefonía fija a las nuevas tecnologías de información como los celulares e Internet. “Hoy la radioafición está muerta sin una computadora al lado”, dice Jorge Flores, presidente del Radio Club Córdoba, que agrupa a unos 400 aficionados. Esta actividad no sólo facilita el diálogo en vivo con gente del mundo. Como Internet, ofrece varias formas de comunicarse. “Somos los creadores del chat, a través del radiopacket ”, asegura Flores.
Radiopacket es la transmisión de paquetes de información digitalizada a través de señales de radio en lugar de hacerlo por Internet. Flores agrega: “Para nosotros el muro de Facebook sería un BBS (Sistema de Tablón de Anuncios, en inglés), donde dejás información para el que quiera leerla”.
Servicio. Además de hobby, es un servicio. Durante el terremoto en Chile se cayeron las antenas de celular y las líneas telefónicas. “Desde Córdoba, participamos en la red de emergencia chilena. Tuvimos la suerte de encontrar tres familias perdidas. Se acercaron a un radioaficionado chileno y a través de la red lograron contactarse con los familiares”, cuenta Villafañe.
En Córdoba, los radioaficionados participan en la derivación de pacientes que llegan en ambulancias desde el interior. “Les ayudamos a conseguir soporte de la Policía. También auxiliamos a la Policía y Bomberos cuando vemos un accidente o un delito”, agrega.
A Flores, en cambio, le gusta experimentar con los equipos, la parte más científica de la radioafición. “Desde 1995 empezamos a conjugar computación y radio. Surgieron varios modos como el APRS, que consiste en el seguimiento de un vehículo por radio vinculado con un GPS”, comenta. Villafañe también se dedica a la fonía, la imagen clásica del radioaficionado. “La radio hermana y es un medio de comunicación social con la que podés transmitir conocimientos culturales, climáticos, técnicos. Sos un embajador de tu país o región”, dice. Gustavo Quiroga, radioaficionado de Alta Gracia, agrega: “Lo que más me gusta y valoro de esta afición es que te permite conocer personas con tus mismos intereses y también poder servir de alguna forma a la comunidad”.
Otra gente se entusiasma con la telegrafía, transmitir mensajes en código Morse. Otros se apasionan con las expediciones, recorrer lugares donde no existe un radioaficionado y lograr transmisiones, muchas veces en condiciones extremas.
También hay gente que se dedica a coleccionar tarjetas QSL, las constancias oficiales de que un radioaficionado tuvo contacto con otro de un punto distinto. En una época, conseguir la tarjeta QSL de Juan Pablo II era un logro. Eran como los tuiteros famosos actuales.
Gran ventaja con cualquier red social actual: la radio nunca abandona. Internet o la red celular se pueden caer, la radio no. “Sólo necesita energía de la red eléctrica, una batería, un dínamo o el jugo de ocho limones. La antena se puede improvisar con un cable, el equipo se puede construir en forma casera. Estamos entrenados para, de la nada, hacer un equipo”, asegura Villafañe.
Y agrega: “Internet es más anónimo. La radio permite conocer el tono de voz. Es más segura porque la gente debe estar autorizada”. “Hoy los chicos han perdido el poder de asombro. Es más fácil usar una computadora que una radio”, reflexiona Flores. Quiroga comenta: “En la radio, educación, cortesía y respeto son principios básicos. Los radioaficionados persiguen el compromiso social y una amistad. En en Facebook y Twitter predomina lo superficial. Como si el valor de la persona se calculase por el número de amigos virtuales”.

Fuente: La Voz